Después de que la Alemania Nazi invadiera la Unión Soviética el 22 de junio de 1941, la Wehrmacht ocupó Estonia en julio de 1941. A pesar de que en un inicio los alemanes fueron percibidos por muchos estonios como liberadores de la URSS y de su represión, y habían puesto sus esperanzas en la pronta recuperación de la independencia del país, se vio pronto que los nazis no eran más que otro poder de ocupación.