El vicarius fue a partir de Diocleciano el alto cargo de la administración imperial encargado de supervisar el funcionamiento de una diócesis o agrupamiento de provincias del Imperio romano en el siglo IV y el siglo V. El vicarius era nombrado directamente por el emperador de entre los senadores que habían alcanzado el rango de cónsul, y, por tanto, recibía el tratamiento de eminentissimus vir.