La política de Escocia forma una parte distintiva de la amplia política del Reino Unido. Constitucionalmente, El Reino Unido es de jure un Estado unitario con un parlamento y gobierno soberano. Sin embargo, bajo un sistema de devolución (o de autonomía), aprobado a finales del decenio de 1990 tres de los cuatro países del Reino Unido --Escocia, Gales e Irlanda del Norte-- votaron por un gobierno autónomo limitado, sometidos a la soberanía permanente del Parlamento Británico en el Westminster.