Los piratas berberiscos, también a veces llamados corsarios otomanos, fueron piratas y corsarios que actuaron desde el Norte de África, donde tenían sus bases. Actuaron desde Túnez, Trípoli, Argel, Salé y puertos de Marruecos, acosando el tráfico marítimo en el mar Mediterráneo occidental desde el tiempo de las cruzadas y que se hizo especialmente intenso tras la caída de Constantinopla (1453) en manos de los turcos otomanos.