La historia de persecución de los gitanos, especialmente en Europa, es casi tan antigua como la de su presencia. La acogida inicial durante el siglo XV fue relativamente buena si la comparamos con su situación en los siglos posteriores. Los gitanos fueron recibidos con curiosidad e incluso con respeto, y algunos príncipes y señores ofrecían escolta a sus comitivas, que se presentaban como peregrinos cristianos.