San Patricio figura ya como obispo de Málaga en las actas del Concilio de Elvira, cerca de la ciudad de Granada, celebrado entre el año 300 y 313, y que estuvo acompañado, como consejeros, de sacerdotes malagueños de Teba, Ronda la Vieja y Alhaurín el Grande. En este Concilio se da fuerza a la presentación del cristianismo y se intensifica profundamente el número de conversiones, de manera que se llenaban los templos a rebosar y hubo que construir muchos nuevos.