En la poca románica en Cataluña los artistas orfebres eran considerados con mucho más respeto y admiración que los propios pintores. Su formación profesional estaba a la altura de escultores y pintores. Otra cosa a tener en cuenta para comprender esto es el valor de los materiales con que trabajaban (oro, plata, metales nobles, piedras preciosas) que de antemano presuponían unas manos expertas y de artista.