La paleontología, la biología evolutiva del desarrollo y la genómica comparativa proporcionan la mayor parte de la evidencia de los patrones y procesos que se pueden clasificar como macroevolución, grandes cambios evolutivos, frente a los pequeños y progresivos cambios de la microevolución. Hasta la mitad del siglo XX, la evolución biológica sólo se identificaba con lo que actualmente se conoce como microevolución, es decir, procesos que hacen variar la frecuencia alélica de una población.