En la mitología griega, Macareo era un hijo de Eolo y Enárete que se enamoró de su hermana Cánace y tuvo con ella una hija llamada Anfisa, pues desconocían que el incesto es un tabú para los mortales. Cuando su padre descubrió el incesto quiso echar a su nieta a los perros, y envió a Canacea una espada con la que se suicidó. Macareo logró huir a tiempo del castigo de su padre, y se refugió en el santuario de Delfos, donde profesó como sacerdote de Apolo.