San Lorenzo fue uno de los siete diáconos de Roma, ciudad donde fue martirizado en una parrilla en 258. En latín se llamaba Laurentius (laureado). Los Actos de san Lorenzo se perdieron en la época de Agustín de Hipona, quien en uno de sus sermones acerca del santo (Sermo 302, de Sancto Laurent) admite que su narración no provenía de recitar las Actas del santo (como solía hacer Agustín en sus sermones) sino de la tradición oral.