José Luis Sánchez-Bravo Solla (1954 - 1975) fue uno de los últimos activistas políticos antifranquistas a los que se les aplicó la pena de muerte. Murió ejecutado, mediante fusilamiento, el 27 de septiembre de 1975 en Hoyo de Manzanares, Madrid. El 27 de septiembre de 1975 fueron ejecutados, además de José Luis Sánchez Bravo, los militantes del FRAP, José Humberto Baena Alonso y Ramón García Sanz, y los militantes de ETA Juan Paredes Manot (Txiki) y Ángel Otaegui.