La iglesia de San Miguel de Morón de la Frontera responde al deseo de los grandes templos parroquiales de la provincia de seguir los pasos de la catedral sevillana en los inicios de la Edad Moderna. En su aniquilación se unen los esfuerzos económicos de la iglesia parroquial y diocesana y de los condes de Ureña, luego duques de Osuna.