El origen de Portugal, como un estado independiente, se remonta a la Reconquista de la Península Ibérica. Durante el siglo XI, caballeros cruzados de toda Europa llegaron a la península para ayudar a los reyes de los reinos de Castilla, León y Aragón en su lucha contra los musulmanes. Entre esos aventureros se encontraba Enrique de Borgoña, un guerrero ambicioso cuya madre era catalana y quien, en 1095, se casó con Teresa, la hija natural de Alfonso VI, rey de León.