Francisco de la Cueva fue un religioso español de la Orden de los Dominicos e hijo natural de Beltrán III de la Cueva y Castilla, VII duque de Alburquerque y VII conde de Ledesma y de Huelma, Virrey de Aragón, que llegó a ser obispo de Oviedo. Ingresó en el convento de San Esteban de Salamanca, y fue consultor del Santo Oficio de la Inquisición de Logroño.