Francisco Orozco y Jiménez. Fue obispo de Chiapas de 1902 a 1912, posteriormente fue arzobispo de Guadalajara. Participó en protestas y movimientos en defensa de los intereses eclesiásticos y en contra del gobierno durante el período de la Revolución mexicana. Fue desterrado cinco veces de su arquidiócesis. Durante el apogeo de la Guerra Cristera, permaneció oculto y fue señalado como cabecilla de los cristeros.