Según la leyenda recogida y popularizada por el historiador ariqueño Rómulo Cúneo Vidal, Diego de Almagro en su recorrido hacia el descubrimiento de Chile desde el Cuzco llevaba en su comitiva a un príncipe incaico cautivo llamado Huillac Huma y que era el último sacerdote del culto al Inti; junto a él, iba su bella hija llamada Ñusta Huillac.