Se conoció como Extremadura castellana a las tierras conquistadas durante los siglos XI y XII por el Reino de Castilla, ocupando, más o menos, la franja entre los ríos Duero y Tajo. Se extendía fundamentalmente por lo que hoy son las provincias de Ávila, Cáceres, Cuenca, Guadalajara, Madrid, Segovia y Soria, y en menor medida, por algunos territorios de Valladolid, Salamanca, Toledo, Burgos y Badajoz.