La ecolocación o ecolocalización (de eco-, del latín echo, y este del griego ἠχώ, sonido reflejado, y el latín locatĭo, posición), a veces denominada biosonar, es un término creado en 1938 por Donald Griffin, que fue el primero en demostrar concluyentemente la existencia de la ecolocación en los murciélagos. Algunos animales emiten sonidos en su entorno e interpretan los ecos que generan los objetos a su alrededor.