La Iglesia Católica se organizó en diócesis agrupadas en provincias eclesiásticas encabezadas por una archidiócesis durante el dominio español en América y las Filipinas, teniendo los reyes de España el ejercicio del Patronato, que tras la Real Cédula de Patronato en Indias de 1574, quedaron bajo autorización real, la construcción de iglesias, catedrales, conventos, hospitales, la concesión de obispados, arzobispados, dignidades, beneficios y otros cargos eclesiásticos.