En el año 1861 Manuel Milá y Fontanals propuso la división dialectal del catalán en dos grandes bloques: el oriental y el occidental. Los dialectos no se pueden delimitar con exactitud porque entre unos y otros siempre hay una franja de transición más o menos amplia, excepto en las islas. Se trata de dialectos de transición hasta las lenguas vecinas como el ribagorzano y el patués (hacia el aragonés) y el habla capcinés (dentro del catalán septentrional, hacia el occitano).