El convento de San Pedro de las Justinianas en Cuenca (España), data de mediados del siglo XVIII, cuando el canónigo Lujando decidió llamar a Alejandro González Velázquez y a Blas de Rentería para que hicieran las trazas y redactaran las condiciones de las obras de la iglesia, aunque quien realmente la diseñó fue Alejandro González Velázquez. La ejecución de la obra corrió a cargo del Arquitecto José Martín, en colaboración con el Maestro de cantería y albañilería Francisco Biñuales.