La Real Compañía de Filipinas fue una empresa privilegiada del periodo ilustrado establecida el 10 de marzo de 1785 por una Real Cédula de Carlos III, dirigida por Francisco Cabarrús, asumiendo las funciones que hasta ese momento había venido desarrollando la Compañía Guipuzcoana. Su finalidad era promover el comercio directo entre Filipinas y la metrópoli.