Los castros mejor documentados en Cantabria datan de la Edad del Hierro, de aproximadamente entre los siglos IV y VI adC. La Cantabria histórica se encontraría a caballo entre las áreas castreñas del noroeste astur-galaica y la de la submeseta norte, siendo influenciada por ambas. Floro señala que al final de las Guerras Cántabras, el emperador romano Augusto obligó a los cántabros a bajar de las montañas y habitar los llanos.