Las casas de socorro eran establecimientos de beneficencia destinados a acoger a los huérfanos y otros desamparados. En las casas de socorro se acogían a los niños sin padres y niños de las casas de maternidad que hubieran cumplido seis años de edad, como también a los impedidos y a los demás pobres de ambos sexos que no tuvieran recurso alguno para proporcionarse el sustento diario.