Antonio Gargallo Mejía fue un testigo de Jehová español que fue ejecutado durante la Guerra Civil tras rehusar integrarse en el ejército franquista. Es considerado uno de los primeros objetores de conciencia declarados en España. Su padre era funcionario de prisiones, por lo que durante la década de 1930 estuvo destinado en Jaca. En 1934, fue destinado a Zaragoza. Allí, Antonio, que aunque había estudiado para delineante, trabajaba en una panadería, entró en contacto con los Testigos de Jehová.