Ahmed I gobernó como sultán del Imperio otomano desde 1603 hasta su muerte. Sucedió en el trono otomano a su padre Mehmed III en 1603 y se convirtió en el primer sultán Otomano que llegó al trono antes de alcanzar la mayoría de edad. Al contrario que sus antecederos fue un sultán afectuoso y sensible, y mostró su lado más humano, cuando rechazó asesinar a su hermano Mustafa, quien finalmente le sucedió.