Juan Pablo II instituyó la Pontificia Academia para la Vida con el Motu Proprio Vitae Mysterium del 11 de febrero de 1994. Los objetivos de la Academia son: estudiar, informar y formar sobre los principales problemas de biomedicina y de derecho, relativos a la promoción y a la defensa de la vida, sobre todo en la relación directa que éstos tienen con la moral cristiana y las directivas del Magisterio de la Iglesia.